sábado, 26 de marzo de 2016

Viendo la vida pasar

Nuestra primera parada en Marruecos ha sido Fez, y tengo que decir que me ha enamorado. Alojarse en la medina ha sido todo un acierto y perderse por sus más de 9.000 callejuelas y callejones es un must que todo viajero que llegue a Fez tiene que experimentar.


Perderse en Fez el Bali es ideal para ver cómo negocian entre sí los comerciantes fasíes calculadora, papel y boli en mano. También cómo juegan a cartas (con la baraja española) al caer la tarde en las minúsculas tiendas. Paseando descubres lo indispensable que es la fuerza animal (burros y mulas) para la logística de una ciudad en la que, de murallas para adentro, no se permite el uso de vehículos a motor (tampoco hay espacio para ellos). 

Pero por lo que más merece la pena dejarse perder es por encontrar los talleres perdidos de los artesanos (siempre hombres). De repente giras la esquina y te encuentras jóvenes haciendo pasamanería en mitad de la calle, o descubres una panadería con horno de leña cuyo olor invade toda la calle. O escuchas el sonido frenético de las máquinas de coser. O ves cómo cortan y cosen a mano delicadas pieles tratadas y tintadas en los curtidores de la ciudad. También te encuentras marmolistas tallando con cincel lápidas y artesanos del latón dando forma a ollas o tallando bandejas y platos. Además, encuentras artesanos que trabajan los cuernos de animales para elaborar resistentes peines y afiladores que utilizan una rueda de piedra para dejar como nuevo hasta el más romo de los cuchillos. También encuentras ebanistas tallando hermosos detalles en puertas, ventanas, mesas...

Ésta es la esencia de Fez y lo único que se necesita para descubrirla es desatar todos los sentidos.

viernes, 25 de marzo de 2016

PARAÍSO PARA EL PALADAR

Mis reticencias de visitar un país del Magreb se derrumbaron con el primer bocado que pegué. Más que por la comida, mis temores residían en la seguridad. Ahora puedo confirmar que la desinformación de los medios es un mal que nos hace olvidar lo maravillosa que es esta cultura tan cercana y hermana.

Ya la primera comida en el hotel fue una explosión en la boca. Carne picada de dudosa procedencia, especiada con mil y un condimentos, en una baguetina al más puro estilo francés... ¡Delicioso!

Paseando por Fez te das cuenta de la cercanía gastronómica con España por los productos que se venden. Es normal ver carnes como cordero, ternera y pollo, además de extravagancias como camello y carnero. En cuanto a las verduras se aprecia la calidad del cultivo sin productos químicos y hierbabuena. Si a algo huelen los mercados de Fez, y entiendo que en Marruecos en general, es a la hierbuena usada compulsivamente en los tés que se pueden tomar en cada rincón de la medina. Hay puestos de especias, dulces, dátiles, y por supuesto, lugares donde sirven la deliciosa y reconfortante sopa harira.

Como en todos los viajes, menos en Australia, hemos hecho un curso de cocina local. La verdad es que en Fez hay poco lugares para hacerlos y nos decidimos por el curso del Riad Tafilalet y el cheff Lahcen Beqqi. Sabíamos que sería de nivel porque ha aparecido en Hola y en la revista Traveller. La mañana empezó con un paseo por el mercado donde, sin un menú fijo, el cheff fue comprando los ingredientes basándose en criterios de calidad de producto. Fue siempre muy instructivo y de trato fácil. Nos explicó qué comprar y cómo elegir el producto de calidad ideal para que las recetas salieran de primera. Con la compra hecha fuimos a las cocinas del riad y nos pusimos manos a la obra. Con el chef Lahcen y el equipo de cocina, Fátima "tajin" y Fátima "cuscús", el tiempo se pasó volando. Estuvimos cerca de las tres horas dándolo todo. El menú consistió en una serie de "tapas" marroquíes como rollos de berenjena con almendra, zanahoria con especias, berenjenas con salsa típica, pasta filo con queso y aceitunas... ¡se me hace la boca agua de recordarlo! De plato principal preparamos tajin de cordero con pasas y de postre pasta filo con pasta de dátiles, coquitos de dátil con almendra y zumo de fresa con menta. Ni qué decir tiene que tras volver a nuestro riad finiquité la mañana con una siesta de escándalo.

A la vuelta colgaré en el blog las recetas que estamos pendientes de recibir. Volveremos a comentar cómo es la comida local porque en nada nos movemos a Marrakech, estaremos unos días por el valle del Draa y visitaremos la zona bereber del desierto.





martes, 22 de marzo de 2016

Salam alaykum, Marruecos

Han pasado ya seis meses de nuestro último viaje y no lo podíamos evitar. El cuerpo nos pedía viajar. Nuestra espinita pendiente es visitar el continente africano juntos, y aunque el África negra nos llama poderosamente, en esta ocasión hemos elegido un destino más asequible económicamente hablando. Y nos hemos decidido por nuestro vecino Marruecos, tan cercano (a sólo un par de horas de avión) y tan lejano (culturalmente) al mismo tiempo.


Estamos deseando perdernos por las estrechas y sinuosas calles de las medinas de Fez y Marrakech, ambas Patrimonio de la Humanidad. Visitaremos también el Ksar de Ait Ben Hadu, construcciones típicas presaharianas y haremos noche en el desierto en una jaima con auténticos bereberes (o eso nos han dicho). Para llegar al desierto atravesaremos en Valle del Draa en coche.

Esto es a muy grandes rasgos el recorrido que haremos durante el viaje. Por supuesto, acudiremos a un curso de cocina para aprender a cocinar algunas delicias culinarias marroquíes.

Sólo quedan unas horas para pisar suelo marroquí. Marruecos, allá vamos.

sábado, 12 de septiembre de 2015

COMO NO PERDER TIEMPO EN JAVA

El viaje desde Bromo a Bali ha sido absolutamente caótico. Inicialmente un viaje plácido de cuatro horas se convirtió en una pesadilla de doce. Todo iba a ser placentero según la agencia donde contratamos todo en Yogyakarta. El tren bien, la cascada Madakaripura también bien, el Bromo espectacular... Antes de seguir hay que aclarar que nuestra integridad física no corrió peligro.

Después de que nuestro guía nos dejara en Probolinggo, ciudad base para la ascensión al volcán, el supuesto bus de las 11.30 pasó a ser el bus de las 11. Pensaréis que el cambio fue bueno, pues no. A ciencia cierta no sabemos el por qué del cambio de hora. Sin venir a cuento cuando llevamos ya tres horas nos cambiaron de bus. Estábamos un poco aturdidos porque nos pilló pegando una cabezada. Si bien el primer bus era casi un estándar europeo, el nuevo parecía un camión de transportes de animales. Aceptamos el cambio sin más queja.

Hemos visto cosas peores en India con trenes llenos hasta la bandera. En Camboya los autobuses con karaoke y ausencias de paradas eran insoportables. Aquí se sumaba todo más detenciones sin sentido para que el conductor se fumara su cigarrillo. Puedo asegurar y no exagero que estuvimos más tiempo parados que en marcha. Al final parecía que llegaba tarde y aceleró el ritmo.

Por suerte al final llegamos a Bali no sin la colaboración de un local que hablaba inglés y se molestó en avisar a nuestro actual hotel para que vinieran a por nosotros. Tras más de trece horas de viaje en dos coches privados, dos autobuses y un ferry terminó nuestro periplo por Java.

¿Qué hemos aprendido de este viaje?:
    1. Usar agencias locales que aparezcan recomendadas en las guías. Nosotros nos fiamos del buen hacer de nuestro hotel en Yogyakarta, pero su agencia recomendado nos falló.
     2. Exigir siempre transporte "executive". Pensaréis que somos unos remilgados, pero si vas con el tiempo justo no puedes perder tiempo en los traslados. Si hubiéramos venido aquí un mes tened por seguro que no nos hubiera molestado tanto.
     3. Saber donde se está en cada momento cuando nadie a tu alrededor habla tu idioma y no saben explicarte donde éstas. Es fundamental el uso de un GPS. Nosotros usamos siempre el smartphone pero sin línea sólo hay una solución. Tenéis que usar la app Nokia Here. Es completamente gratuita y te permite descargar los planos offline de todo el mundo. Lo hemos llegado a usar para ayudar a un taxista en Yogyakarta.
     4. Si necesitáis ayuda buscar un iPhone ¿Por qué? Sencillo. En España cualquiera tiene un iPhone de última generación, pero en Bali es inaccesible para la mayoría. Un smartphone de 13.000.000 de rupias (800 euros) supone tener un buen trabajo. Además que usar una línea española fuera de Europa supone empeñar un riñón.

Esperamos serviros de ayuda con este post. Se hace duro ver cómo pasa el tiempo y cada hora en el bus es una menos en la maravillosa Bali.





viernes, 11 de septiembre de 2015

EL PAIS DE LOS VOLCANES

Ya sé que la primera entrada de Indonesia la titulé Probablemente el país con más islas del mundo, pero además de pulaus y gilis (islas e islotes en indonesio), los volcanes son otro atractivo turístico a destacar del que llaman el país del cinturón de fuego.

Ya en nuestro primer día en Indonesia, en el vuelo de Yakarta a Yogyakarta vimos cuatro volcanes desde el avión. Pero nuestra "experiencia estrella", en lo que a volcanes se refiere, ha sido alcanzar el mirador del Parque Nacional del Gunung Bromo, Tengger, Semeru y subir al cráter del Bromo y ver su caldera.

Para lo primero tuvimos que levantarnos a las 2 de la mañana. Un 4x4 nos llevó hasta el mirador que estaba aproximadamente a un hora del hotel. La idea era ver amanecer desde el mirador, pero reconozco que la larga y fría espera no vale la pena, ya que el sol no sale por detrás de los volcanes, sino más a la izquierda. Eso sí, como llegamos tan pronto y aún era de noche pudimos ver a lo lejos la lava del Raung, que entró en erupción el pasado mes de julio. Además, una vez el sol salió, la estampa de los principales volcanes de este parque nacional es absolutamente espectacular.

Tras las fotos de rigor, buscamos a nuestro guía y a nuestro conductor de 4x4 y sobre las 6:30 ya estábamos en el Mar de arena (Laotian Pasir) una explanada inmensa llena de arena volcánica, donde aparcan los jeeps de todos los turistas y donde muchos lugareños ofrecen sus caballos para hacer más llevadero el ascenso por la falda del Bromo. Aquí también se reúnen vendedores de mascarillas y de souvenirs varios.

Aunque en apariencia el camino al Bromo no tiene dificultad, se hace un poco duro andar sobre arena volcánica (parece arena de playa), con caballos levantando la misma a su paso (las mascarillas no sirven para nada) y para rematar tener que subir 253 peldaños, según la Lonely Planet (nosotros no teníamos cuerpo para contarlos después de la caminata desde el jeep).

Después de subir los susodichos peldaños y alcanzar los 2.392 metros del volcán, te encuentras la caldera, cubierta de ceniza, humeante y rugiente. Impresiona escuchar el ruido que generan las entrañas de nuestro planeta. Y luego está el olor... Difícil de soportar.

Tras hacer varias fotos, bajamos por donde habíamos subido sin esperar ni un minuto más (el olor era muy fuerte y desagradable, como de podredumbre). Hay personas que se aventuran a rodear el cráter, pero nosotros lo veíamos inviable. Primero, por el olor y segundo, porque sólo una parte muy pequeña del cráter tiene barandilla.

A pesar del madrugón, merece la pena visitar tanto el mirador cPara lo primero tuvimos que levantarnos a las 2 de la mañana. Un 4x4 nos llevó hasta el mirador que estaba aproximadamente a un hora del hotel. La idea era ver amanecer desde el mirador, pero reconozco que la larga y fría espera no vale la pena, ya que el sol no sale por detrás de los volcanes, sino más a la izquierda. Eso sí, como llegamos tan pronto y aún era de noche pudimos ver a lo lejos la lava del Raung, que entró en erupción el pasado mes de julio.
Además, una vez el sol salió, la estampa de los principales volcanes de este parque nacional es absolutamente espectacular.
Tras las fotos de rigor, buscamos a nuestro guía y a nuestro conductor de 4x4 y sobre las 6:30 ya estábamos en el Mar de arena (Laotian Pasir) una explanada inmensa llena de arena volcánica, donde aparcan los jeeps de todos los turistas y donde muchos lugareños ofrecen sus caballos para hacer más llevadero el ascenso por la falda del Bromo. Aquí también se reúnen vendedores de mascarillas y de souvenirs varios.
Aunque en apariencia el camino al Bromo no tiene mayor dificultad, se hace un poco duro andar sobre arena volcánica (parece arena de playa), con caballos levantando la misma a su paso (las mascarillas no sirven para nada) y para rematar tener que subir 253 peldaños, según la Lonely Planet (nosotros no teníamos cuerpo para contarlos después de la caminata desde el jeep).
Después de subir los susodichos peldaños y alcanzar los 2.392 metros del volcán, te encuentras la caldera, cubierta de ceniza, humeante y rugiente. Impresiona escuchar el ruido que generan las entrañas de nuestro planeta. Y luego está el olor... Difícil de soportar.
Tras hacer varias fotos, bajamos por donde habíamos subido sin esperar ni un minuto más (el olor era muy fuerte y desagradable, como de podredumbre). Hay personas que se aventuran a rodear el cráter, pero nosotros lo veíamos inviable. Primero, por el olor y segundo, porque sólo una parte muy pequeña del cráter tiene barandilla.
A pesar del madrugón, merece la pena visitar tanto el mirador como el cráter del Bromo. omo el cráter del Bromo.