Si por algo es conocido Amritsar es porque es la ciudad santa para los sij, además de la lanzadera para ver el espectáculo fronterizo que ya os hemos contado.
La religión sij es una escisión del hinduismo que se originó alrededor del siglo XV en desacuerdo con la división de castas que esta última imponía. Fue el gurú Namak quien lo inició todo en Punjab. Los sijs consideran iguales a todos los seres y así te sientes cuando estás en el templo.
Cualquier persona puede ser sij teniendo como primera obligación hablar punjabi, ya que todos los textos y kirtans (cánticos) están en esta lengua. Hay que seguir cinco kakars (normas básicas) para ser un buen sij:
- Kesh, la barba ni el pelo se cortan porque aluden santidad
- Kangha, peineta o turbante para llevar el pelo recogido
- Kaccha, pantalón holgado en representación de la modestia
- Kirpan, sable, espada o puñal en representación del honor y la dignidad
- Karra, brazalete metálico que simboliza valentía
La ciudad santa es un remanso de paz. Limpio y gratuito, en el que para entrar solo es necesario llevar la cabeza tapada, descalzarse y lavarse los pies. Es un edificio de planta cuadrada de un estilo difícil de clasificar. Es todo blanco y en el centro se encuentran el sagrado Amrit Sarovar (estanque de néctar) que da nombre a la ciudad. A su vez en el centro, y comunicado por el puente de los gurús, se encuentra el famoso Templo Dorado. Preciso y muy espiritual.
¿Como es Amritsar? Un auténtico caos. Es la ciudad con los atascos más descomunales que hemos visto. No son atascos al uso, es una marabunta de rickshaws, ciclorickshaws, coches, bicis y peatones moviéndose en la anarquía total. Bazares, tiendas religiosas, puesto ambulantes de zumos naturales, además de los típicos puestos de comida sobre todo vegetariana inundan el caótico centro urbano.
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