Para la primera parte del viaje, decidimos movernos en tren entre las distintas ciudades de nuestro itinerario (Nueva Delhi, Varanasi, Agra, Jaipur y Amritsar). Intentamos que todos los trayectos fueran en su mayor parte de noche para trasladarnos y dormir a la vez. Todos los billetes que compramos han sido en sleeper class, con el que se te asigna una litera para dormir. Como indico en el título, viajar en tren por India es toda una experiencia en sí misma.
Una de las cosas que hemos aprendido es que los trenes no suelen ser puntuales. De los 4 trenes que hemos cogido solo uno salió en hora. El resto salieron entre 20 minutos y 4 horas tarde, y con uno en concreto llegamos 6 horas tarde a nuestro destino. En una estación llegamos a ver en la pantalla luminosa un tren que llevaba 23 horas de retraso. Afortunadamente no era el nuestro.
Los viajeros de tren nos permiten hacer una radiografía de la sociedad india (al menos de la del norte del país). Suelen viajar familias enteras y los trayectos suelen ser largos (por eso van en sleeper class). Durante el día el tren es un hervidero de pasajeros que suben y bajan y de vendedores de comida. Estos van voceando su mercancía por los vagones de forma incansable.
Principalmente venden té, pero también venden cacahuetes, refrescos, agua, galletas y bolsas de patatas fritas, además de tentempiés indios (verduras picadas y menú indio preparado en la cocina del tren). Llama mucho la atención que los desperdicios, los vasos y los envoltorios de todo lo que comen en el tren lo tiran por las ventanillas (imaginaros cómo están las vías), y las cáscaras de los cacahuetes las tiran al suelo de los vagones. Luego vienen niños o adultos que las barren y piden dinero por ello.
Principalmente venden té, pero también venden cacahuetes, refrescos, agua, galletas y bolsas de patatas fritas, además de tentempiés indios (verduras picadas y menú indio preparado en la cocina del tren). Llama mucho la atención que los desperdicios, los vasos y los envoltorios de todo lo que comen en el tren lo tiran por las ventanillas (imaginaros cómo están las vías), y las cáscaras de los cacahuetes las tiran al suelo de los vagones. Luego vienen niños o adultos que las barren y piden dinero por ello.
Uno de los temas controvertidos es el número de litera. Si empiezas el viaje en la primera estación no hay problema, porque llegas y coges tu litera sin más. Pero si coges el tren en una estación intermedia y de noche, es muy probable que tengas que desalojar a alguien de tu cama. Los guirigays que se montan para saber de quién es cada asiento son un show que no hay que perderse.
Por cierto, ¿os suena el logo de las estaciones de tren?
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