No solo de vino vive el hombre. Como os comentamos en la anterior entrada hemos estado pasando unos días en Baños de Valdearados. Aprovechando la cercanía, también hemos visitado la provincia de Soria. Un paraíso natural, gastronómico y cultural.
La parte natural de nuestras vacaciones fue una caminata por el Parque del Cañón del Río Lobos. La mejor forma de acceder es a través de la carretera comarcal SO-920 que une El Burgo de Osma con San Leonardo de Yagüe. Desde el Centro de Interpretación del Parque hasta el límite de circulación rodada, se pueden recorrer unos kilómetros por una pista de tierra. En este lugar se toma un cómodo camino, que tras cruzar por un espeso pinar, se dirige hacia la ermita de San Bartolomé. Todos los valores naturales y geológicos de la zona se ven incrementados por el contenido mágico que proporciona al entorno la ermita, uno de los enclaves más importantes de la orden de los caballeros templarios. Por cierto, la entrada vale 4 euros por coche.
Si bien el recorrido completo es de aproximadamente 25 kilómetros, nosotros hicimos un total de 10 kilómetros. El recorrido no es circular, es lineal. Ucero es el inicio y Hontoria del Pinar es el final de la ruta, donde un puente romano marca la terminación del recorrido. Para regresar lo mejor es desandar lo andado. Otra solución es contar con un vehículo de apoyo y volver por carretera. Entra en nuestros planes hacerlo completo en años venideros porque es realmente bonito y puedes disfrutar de una fauna u flora espectaculares. Sin ir más lejos, el Cañón del Río Lobos cuenta con una población de 300 parejas de buitres leonados.
Por la parte cultural, y aprovechando un regalo familiar que teníamos pendiente por disfrutar, estuvimos en un apartamento en El Burgo de Osma. El Burgo de Osma es conocido principalmente por su catedral, su patrimonio cultural y su gastronomía. La historia de Burgo viene de lejos. Viene de la época de la Reconquista donde tras los avances de las tropas cristianas se decidió dar fuerza al catolicismo dando al núcleo del Burgo la condición de Diócesis. Esto implicó la construcción de una catedral, que con las correspondiente actualizaciones y reformas que obedecen las diferentes épocas arquitectónicas, nos brinda la oportunidad de disfrutar de una magnífica obra. Mención especial tienen también los soportales del centro urbano y las zonas de sombra de descanso para las tardes calurosas de los meses de verano.
En los alrededores de Burgo también visitamos las ruinas de Uxama, en el Cerro Castro. Uxama fue el primer centro urbano de la actual ciudad. De origen celtíbero, fue anexionada por Roma en el 99 a. C., siendo colonizada y repoblada por los conquistadores hasta las invasiones bárbaras de Hispania en el 409 d. C. En época visigoda cambió su nombre por el de Oxoma u Osoma. La invasión musulmana también caracterizó esta próspera ciudad a la que sus conquistadores llamaron Waxsima. El principal vestigio musulmán, y del que hay unas vistas maravillosas del Burgo, es la atalaya árabe que aún perdura.
He dejado la parte gastronómica para el final. Si ya es una delicia visitar la Ribera del Duero por sus asados y sus vinos, ha sido un colofón probar los torreznos del Burgo. Recomendado por una de nuestras mejores amigas de Madrid, vecina del próximo pueblo de San Esteban de Gormaz, fuimos en busca del Bar Mesón El Círculo. Por lo visto es un clásico en la zona y preparan los mejores torreznos sorianos de la ciudad. Doy fe de ello y os recomiendo que lo visitéis aunque suponga un desvío en vuestro camino. Conscientes de que tardaremos en volver y para poder disfrutar de uno de los sabores mas preciados de Soria, nos trajimos un trocito cielo...
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