La Ópera de Sydney y el puente sobre la bahía son dos de los hitos y construcciones modernas más increíbles que jamás hemos visto, además de dos de los iconos más importantes de Australia.
Desde España cogimos un tour guiado por las diferentes salas del recinto. Durante el trayecto desde el punto de inicio, y durante una hora, un guía te va explicando las peculiaridades del recinto. Nadie sabe realmente si son conchas, velas o vete tú a saber qué, pero lo que no deja es indiferente a nadie.
El año pasado cumplió 40 años y aún luce modernidad. Las salas son increíbles, sobre todo las dos principales. Desafortunadamente en las partes donde se estuviera preparando alguna actuación no pudimos hacer fotos porque estaba completamente prohibido.
Exteriormente el conjunto es increíblemente complejo en cuanto a forma. Hay y hubo disparidad de opiniones sobre si es bonito o feo, pero lo que está claro es que es un icono. Como anécdota deciros que costó catorce veces lo presupuestado y que su arquitecto, Jørn Utzon, nunca vio terminada su obra porque fue expulsado de Australia.
El puente es inmenso. Aunque no es de los más grandes en cuanto a longitud, apenas tiene un kilometro y medio. Tiene unas dimensiones descomunales porque alberga ocho carriles, dos líneas de tren, dos pasos de peatones y una ciclo ruta. Tiene un paso libre para barcos de 49 metros y una altura total de 135 metros desde el nivel del mar. Creo que las fotos no van a hacer comprender la magnitud. Lo atravesamos andando y volvimos en ferry. El ferry nos permitió cruzarlo por debajo y admirarlo desde otra perspectiva.
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