Hablar de Burj Khalifa es hablar del sueño del hombre por
alcanzar el cielo y tocarlo con los dedos. Superar los límites de la
ingeniería o batir récords consecutivos son objetivos que caracterizan al ser humano. Sí, los 828 metros son alucinantes.
Los récords batidos por el Burj Khalifa son de lo más variopinto:
· Edificio con el
elevador que viaja la mayor distancia en el mundo (velocidades más abajo).
· La piscina
situada a mayor altura, concretamente en la planta 76.
· La sombra más larga proyectada por un edificio, con una longitud de 2.46 metros,
superando a la torre Jin Mao en Shanghái,
con una longitud de 1.117 metros.
Ver desde la base el Burj Khalifa y levantar la mirada en
dirección a su punto más alto es un ejercicio de cuello en toda regla. Complicado fotografiarlo cuando estás a sus pies, es visible desde cualquier
punto de Dubái cual faro, pero esta vez no para marineros. Cuando estás arriba,
las personas a penas se ven y los coches parecen hormigas. Solo se sube
hasta la planta 124 de 163.
· Los 828 metros de
este edificio, contados desde su base, lo hacen más alto que la montaña o punto más alto de 61 países, incluyendo a Uruguay, Bélgica y Senegal.
· Tan solo en su
cimentación, el Burj Khalifa tiene 45.000 m³ de hormigón.
· En total, el
Burj Khalifa tiene 39.000 toneladas de barras de
acero, que colocadas una tras otra podría darle un cuarto de vuelta a la
Tierra.
· Puede emplear
hasta 360 MW de potencia eléctrica.
· El Burj Khalifa
necesita unos 946.000 litros de
agua diarios para su sistema de abastecimiento.
· Los elevadores
panorámicos se trasladan a 10 m/s; es
decir, a 36 km/h.
· Los elevadores
interiores se trasladan a 18 m/s; es decir, casi 65 km/h.
· La luz de la
antena del Burj Khalifa puede ser vista a 95 km a la redonda.
· Es la primera
estructura que hace el ser humano que rompe la barrera de los 700.
Tanto visto desde arriba como
visto desde abajo te hace sentir diminuto. No dejéis de visitarlo si tenéis alguna
conexión aérea en Dubái, siempre reservando antes. Nosotros lo hicimos de
noche, en uno de los últimos turnos. Como podéis ver en las fotos no pudimos
observar las islas palmera, pero la sensación
de pequeñez se multiplica cuando ves las diminutas luces de los coches. ¡La
visita vale completamente la pena!
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