Eso es lo que fueron las últimas dos jornadas de nuestro viaje. Aunque como viajera solo me gusta parar para dormir (no puedo quedarme en el hotel pensando tooodo lo que hay ahí fuera para ver y disfrutar), se agradece un poco de tranquilidad y descanso, sobre todo después de la semana que pasamos en el norte (cada día y medio, dos como mucho, estábamos en un tren o en un avión cambiando de ciudad). Digamos que Kerala, y más concretamente, los backwaters y la jornada de playa fueron un bálsamo reparador.
Los backwaters
Aunque esta palabra tiene diversas traducciones, para mí la ideal es "remanso de agua". Kerala tiene cientos de kilómetros de estos canales paralelos a la costa por la que navegan las embarcaciones que veis en las fotos. Este tipo de barcos (o más bien una versión más rústica sin habitaciones ni cocina) transportaban hace años víveres, especialmente arroz. Los kettuvallom o casas barco que se utilizan hoy están destinadas al deleite de los turistas, que simplemente pueden pasar unas horas navegando o ampliar la estancia a bordo por una noche. Nosotros elegimos la segunda opción.
Pensábamos que la experiencia iba a ser como la del junk en la bahía del Halong (un grupo de varias personas en la misma embarcación), pero para nuestra sorpresa, en cada barca solo viaja una pareja o una familia (si la embarcación es más grande), además de la tripulación (en nuestro caso capitán, cocinero y ayudante).
Nuestra embarcación tenía dos pisos. El segundo sirve exclusivamente como mirador (tanta selva alrededor me hizo sentir como la reina de África :P ). Solo tienes que sentarte, relajarte y disfrutar del calorcito y de las fantásticas vistas: el sol escondiéndose tras las palmeras, la gente paseando entre los canales, una bandada de patos blancos y su cuidador, mujeres lavando ropa, niños jugando...
Los backwaters
Aunque esta palabra tiene diversas traducciones, para mí la ideal es "remanso de agua". Kerala tiene cientos de kilómetros de estos canales paralelos a la costa por la que navegan las embarcaciones que veis en las fotos. Este tipo de barcos (o más bien una versión más rústica sin habitaciones ni cocina) transportaban hace años víveres, especialmente arroz. Los kettuvallom o casas barco que se utilizan hoy están destinadas al deleite de los turistas, que simplemente pueden pasar unas horas navegando o ampliar la estancia a bordo por una noche. Nosotros elegimos la segunda opción.
Nuestra embarcación tenía dos pisos. El segundo sirve exclusivamente como mirador (tanta selva alrededor me hizo sentir como la reina de África :P ). Solo tienes que sentarte, relajarte y disfrutar del calorcito y de las fantásticas vistas: el sol escondiéndose tras las palmeras, la gente paseando entre los canales, una bandada de patos blancos y su cuidador, mujeres lavando ropa, niños jugando...
Marari Beach
Las fotos no hacen justicia a las vistas de esta excepcional playa a orillas del Mar Arábigo. La arena es blanca, aunque gruesa, y está llena de pequeños cangrejos que se esconden a tu paso en agujeros, y a los que es más fácil divisar a la puesta de sol.
Es la primera vez que íbamos juntos a un complejo hotelero de este tipo (son pequeñas casas en mitad del palmeral) y todo lo que hicimos fue tomar el sol en la playa, pasear y disfrutar de una bellísima puesta de sol.
Ya veis que las vistas son espectaculares. Y la tranquilidad y serenidad
de las que disfrutamos los dos últimos días contrataron con la
algarabía y el bullicio de las calles del norte. Un viaje muy completo al fin y al cabo.
Muy bonitas las imagenes paisana,
ResponderEliminarbuen fin de semana.
un saludo.