jueves, 22 de agosto de 2013

VISITANDO UNA BODEGA DE LA RIBERA DEL DUERO

Con la mente puesta en Australia (aún nos quedan algo más de tres meses), los pocos días libres que hemos tenido este verano los hemos disfrutado con la familia, en el pueblo de mis padres, Baños de Valdearados en Burgos. Aunque conocemos de otras ocasiones los alrededores de mi pueblo, este año hemos disfrutado de un plan diferente.


Una prima mía organizó una visita familiar a la bodega Páramo de Corcos ubicada en Moradillo de Roa, también en la provincia de Burgos. A pesar de la estrecha relación que toda mi familia ha tenido y algunos siguen teniendo con el vino, (siendo de Burgos y trabajando el campo), admito mi desconocimiento entorno al mundo vinícola. Para mí la visita a esta bodega fue todo un descubrimiento.

La visita
Nos recibió en la bodega uno de los propietarios, Chema, que nos explicó muy pacientemente todo el proceso de elaboración del vino desde la plantación de una vid hasta el momento de la cata. Comenzó hablándonos de la ubicación de la bodega. Páramo de Corcos es una bodega familiar regentada por tres hermanos y su madre. Como ya he comentado antes la bodega está situada en Moradillo de Roa, en la Denominación de Origen Ribera del Duero, a unos 20 kilómetros de Aranda de Duero. La bodega participa en la Ruta del Vino de la Ribera del Duero.

Los viñedos están en una llanura a 950 metros de altitud sobre el nivel del mar, el suelo es ácido y hay una capa de arcilla a la que llegan las raíces más profundas. Estos factores unidos a las temperaturas extremas de la zona, con inviernos muy fríos (con temperaturas bajo cero) y veranos muy caluros, influyen en el resultado final del vino.

Entrando ya en materia Chema nos mostró una vid de vivero que consta de dos partes, la raíz y la púa o variedad. Lo que hacen en Páramo de Corcos es adquirir las plantas y ellos injertan a la raíz las púas seleccionadas de entre sus mejores vides (las más antiguas tienen entre 75 y 80 años).


Después de esta introducción botánica, pasamos a la zona de fermentación del vino que se realiza en las grandes cubas de acero inoxidable. Y de ahí nos fuimos a la zona de las barricas, que para mí resultó una de las más interesantes. La bodega cuenta con más de 100 barricas de dos capacidades: 250 y 500 litros. En su caso utilizan roble francés. Chema nos comentó muchas curiosidades acerca de su proceso de elaboración, pero a mí me llamó especialmente la atención el hecho de que también en el mercado de las barricas de vino existe el renting. Es algo que nunca me habría imaginado. En general, la vida útil de una barrica es de 5 años y el vino se va cambiando de una barrica a otra para "controlar" el aporte de madera que recibe el vino.


Después visitamos la zona de embotellado, encorchado (utilizan corcho natural) y etiquetado. Páramo de Corcos produce entre 25.000 y 30.000 botellas al año. Otro dato interesante es que exportan un 70% de su producción a países como Francia, Suiza, Alemania, Inglaterra, Irlanda, Noruega, Brasil, Canadá y China. 

La cata
Como colofón, después de visitar toda la bodega y hacer un montón de preguntas que Chema respondió muy amablemente, nos dispusimos a probar el líquido elemento en la sala de catas. Nos os voy a engañar, yo no tengo ni idea de vinos, así que prefiero reproducir alguna de las palabras que escuché: "Es un vino largo, maduro, con cuerpo...".


Y tras catar y saborear el vino, lo acompañamos con un ligero picoteo, que incluía, entre otros aperitivos, un queso de cabra buenísimo (también de la zona). Ya entre risas y anécdotas, Chema nos explicó el origen del refrán "Que no te la den con queso". Se cuenta que antiguamente los comerciantes de vino que vendían producto de mala calidad eran conocedores de que el queso oculta los defectos de los malos vinos, por eso antes de dar a probar la mercancía atiborraban de queso al comprador. No fue nuestro caso. Sólo escuché elogios de Páramo de Corcos entre los asistentes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario