sábado, 21 de diciembre de 2013

THE GREAT OCEAN ROAD

La Great Ocean Road o B100, es una carretera serpenteante que une la costa sur del estado de Victoria. Fue construida a finales de siglo pasado por los soldados que participaron en la Primera Guerra Mundial tras su retorno al país, con el objetivo de mejorar una antigua y rudimentaria senda que unía todos los pueblos costeros. Nosotros solo hemos hecho el trozo desde Torquay a Port Cambell, donde hemos hecho noche.
Si te gusta conducir es un recorrido irrenunciable cuando se visita Australia, aunque haya que asumir algunos riesgos. Me explico. Los australianos conducen con el volante a la derecha y eso lo complica mucho. Si bien nosotros ya habíamos sufrido esto en nuestro periplo por Reino Unido, nunca antes habíamos tenido que utilizar un coche de este sistema. En los más de quinientos kilómetros que hemos realizado no me he acabado de acostumbrar a que la maneta del intermitente y la de las luces esté cambiada. Conducir por carretera o autovía es fácil, si te quieres mover indicas y te mueves. En ciudad es un lío que sin GPS se complica pero que con el cambio automático que tenia nuestro coche todo mejora. Lo dicho, toda una experiencia.
Sobre la ruta solo puedo decir bondades. El viaje discurre entre acantilados y playas prácticamente desiertas, solo ocupadas por intrépidos surfistas. Pasamos por Bell Beach, catedral del mundo del surf y cuna de Ripcurl y Quicksilver. A mitad de camino aproximadamente entre los puntos que nosotros recorrimos, nos desviamos hacia el Cabo Otway con la intención de ver el segundo faro más al sur de Australia. Esa era nuestra intención pero lo que de verdad vamos a recordar el resto de nuestra vida es la vista en libertad de koalas. Estuvimos cerca que podíamos tocarlos, opción descartada por no interrumpir sus plácida siesta. Al faro finalmente ni entramos.
Tras reincorporarnos a la B100 continuamos nuestro camino hasta Port Campell donde disfrutamos de una tarde de verano en la playa con pick nick incluido. Por el camino descubrimos la dureza de esta costa donde cientos de barcos de siglos pasados yacen hundidos y visitamos los sorprendentes y majestuosos Doce Apóstoles.

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