sábado, 11 de octubre de 2014

BYE, BYE, ASIA

¡Qué paliza ayer! No llegué al hotel hasta la 1 de la noche y para colmo el taxista se equivocó. Me alojaba en el Hotel Vine y por lo visto tienen varias localizaciones. El recepcionista consciente de la hora que era me hizo un hueco: ¡gracias!

De buena mañana ya en pie, volví a ir a China Town para hacer las últimas compras y un poco de turismo. Fui a ver Baba House, una casa conservada de la cultura peranakan. ¿Qué es peranakan? Es como se le llama a las costumbres y personas que son singapurenses, pero de madre malaya y padre chino principalmente, mestizos. Siempre se ha de cumplir la condición de madre malaya.

El mestizaje ha hecho que, por ejemplo, la comida tenga una gran variedad de conceptos mezclados de los dos orígenes. Se puede disfrutar de una mezcla perfecta entre productos variados de la cocina china, con las técnicas malayas, como cocinar coco. Siguiendo la recomendación de la Lonely Planet fui al Blue Ginger a comer. Probé Otak Otak, carne de marisco envuelta en hoja de plátano al vapor, y Ayam Buah Keluak, pollo a la brasa con especias locales. ¡Delicioso!



Y por último, tras las compras de última hora, hice lo que mi guía de free tour me recomendó, nada más y nada menos que subirme a una de las torres de protección oficial del barrio para poder ver todo desde una perspectiva espectacular. Subir en un ascensor 24 plantas con unos viejecitos chinos y ver como se ríen de ti no tiene precio. Fue divertido.


Ahora ya desde el aeropuerto solo me queda esperar. Espero volver pronto a la zona, no a grandes ciudades. Las grandes ciudades, siendo súper interesante y vibrantes, no es lo que te esperas de Asia cuando piensas en un viaje por aquí. Puede ser que el gran recuerdo que nos dejó el primer viaje a Vietnam me haya condicionado. Lo prefiero así.

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