lunes, 25 de marzo de 2013

ENTRE PETARDOS ANDA EL JUEGO

No me he podido resistir a parafrasear al gran Francisco de Rojas en el título de esta entrada. Y es que durante las Fallas sale la niña que hay en mí y no puedo dejar de tirar petardos. Después de los monumentos falleros y las mascletás, los petardos son una de las tradiciones más características de esta fiesta.


Es increíble cómo al acercarse el 15 de marzo, la calle, especialmente las zonas acotadas para los actos falleros, se convierte en el lugar dónde los niños lanzan petardos a diestro y siniestro. Se sabe que han llegado las Fallas por el olor a pólvora, por el sonido y porque llega a nuestro buzón la propaganda (como si de un supermercado se tratara) de la tienda de petardos de nuestro barrio: Piroars.

Nunca he sido de tirar petardos, pero desde que vivo en Valencia, no pasan unas Fallas sin que compremos varias cajas y demos rienda suelta a nuestro Peter Pan interior. En mi caso siempre opto por los petardos más coloridos y menos sonoros, que como os imaginaréis son los menos peligrosos.


Este año nos hemos decantado por los siguientes: camelias, dinosaurios, aviones, chinos, y mega falleros. Sólo los dos últimos explotan. Los otros, giran sobre sí mismos, lanzan chispas de colores y vuelan y estallan en el cielo. Son petardos para niños, pero a mí son los que más me gustan.

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